La película cuenta como un grupo de amigos que está disfrutando de unas vacaciones a borde de un yate se ven sorprendidos por una fuerte tormenta. Para salvar la vida, tienen que subir a borde de un crucero que les recoge. Sin embargo, el buque parece estar completamente desierto, los relojes en su interior está parados y una de las jóvenes, está convencida de haber viajado en ese barco antes…
Con esta propuesta en un principio simple y que puede terminar en un producto visto en muchas otras ocasiones. Decidimos subirnos a bordo del barco nosotros también, y acompañar a nuestros protagonistas, en lo que aparentemente, parece ser una travesía dulce y apaciguada. Una vez a bordo, comenzamos a pasear por sus pasarelas exteriores y con vistas al mar, para posteriormente, adentrarnos en sus pasillos interiores y cambiar por completo de paisaje. Christopher Smith nos da el color perfecto de lo que se puede entender por un barco sospechoso. Dirige lenta y cuidadosamente a la perfección cada plano y cada secuencia. Es increíble, pero muy pronto, empezaremos, incluso, a sospechar de nosotros mismos. Triangle crece en tensión en cuestión de segundos, nos absorbe de manera perspicaz y nos mete de lleno en un thriller psicológico que te hará estremecer.
Con el paso de los minutos Jess (Mellisa George) se irá haciendo dueña y señora de la pantalla, del film y de todo el peso argumental. Y recayendo todo este peso sobre ella, lo único que hace, es reafirmar que le dieron el papel por algún motivo. Conforme descubre lo que realmente está ocurriendo, su demacrado rostro y delicado cuerpo, afectado por una seria anemia y los problemas que arrastra con su hijo autista, irán agravándose cada vez más. Llegando hasta el límite de comprender la situación y tener que tomar serias medidas para poder salvar el pellejo de sus amigos y de ella misma.
Caratula
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